Frigiliana es un municipio de la
provincia de Málaga, en la comunidad autónoma de Andalucía, se haya
situado en el pliegue Sur de la Sierra de Almijara, al Oriente de la Axarquía,
a una altitud media de 300 metros sobre el nivel del mar, ubicada en las
coordenadas: 36º47´31” Norte y 3º54¨47” Oeste. Limita al Oeste con Cómpeta y Torrox y al Sur y al Este con Nerja y Granada.
El término
tiene una extensión de 41 km² (ó 4.100 hectáreas) con una población creciente de 3.273 habitantes en
2011, de ellos 1.375 son extranjeros, su mayoría comunitarios.
Formamos parte
del Parque Natural de Sierra Tejeda, Almijara y Alhama que se creó por el Decreto 191/ 1999, de 21 de septiembre y comprende doce municipios de la Axarquía malacitana.
Frigiliana la Vieja. Peñón del Fuerte. Otros
pueblos
Los antiguos asentamientos humanos prehistóricos de esta zona
evolucionaron hacia las poblaciones indígenas, turdetanos y los ibérico-púnico que
se relacionan a través del comercio con las colonias fenicias y griegas de la costa malacitana, como ya se ha comentado.
Sin embargo, si bien las primeras poblaciones
ocuparon las cuevas de Frigiliana o Nerja, en un periodo de inestabilidad
social y colonial, estos pueblos amenazados buscaron lugares más seguros
como la fortaleza natural de altura del Peñón de Frigiliana (El Fuerte). Posteriormente pudo ser
un asentamiento argárico por la riqueza mineral existente en la sierra de
Almijara con minas de galenas de plomo, de hierro y cobre, esencial para la
aleación del bronce. En el Peñón o Fuerte se han encontrado utensilios de
bronce. Dicen, yo no lo he visto, que hay un menhir de la época argárica en la
ladera donde estuvo el castillo y que se ve desde el Chorruelo. Existen restos
argáricos recogidos en el Museo de
Frigiliana.
Como las tribus íberas eran muy
vulnerables, tenían que ocupar fortalezas
de altura que le asegurara su supervivencia en caso de ataques entre tribus
enemigas o piratas de la antigüedad. Por ello, este rico valle de la actual
Axarquía Orienta entre Nerja, Torrox, y a su espalda el angosto valle del Acebuchal (rico en agua, fauna y flora de la
Sierra de Almijara) se protegían en la única fortaleza natural existente, ante
la falta de una autoridad que no llegará hasta siglos después con el califato
Omeya de Abderramán III.
La colosal estructura rocosa de El Fuerte,
con meseta y loma en la parte superior lo hacía ideal para un asentamiento,
además disponía de agua de la lluvia y de una mina de aguas perforada en la parte
norte, especie de sumidero, y abancalamientos de terrazas para el cultivo de
sorgo o cebada, aunque su principal base proteínica era el ganado, y la rica
fauna salvaje de caza en la zona desde tiempos prehistóricos del Cro-Magnón (Cuevas de Nerja y Murciélagos de Frigiliana).
En el Peñón se asentó, presumimos,
Frigiliana la Vieja, cuyo nombre indígena o latino desconocemos. Del siglo XI, datan las alquerías mozárabes
de Calixto y de Patamalara (confluencia arroyo
Acebuchal y del río Torrox). O quizás
alquerías taifas y almohades del siglo XI y XII, ésta última documentada por
Pablo Rojo Platero, en página 24 de Frigiliana
árabe y morisca. La cabalgada de Frigiliana, Málaga, 2012
Después de consolidarse el poder de los
Omeya, la zona es nombrada como Huira de
Rayya, que se divide en dos zonas: Frigiliana la Vieja, a cuyo cobijo nace la
alquería de la Frigiliana la Nueva y posiblemente una especie de alcázar o castillo
que conocemos como el de Lízar, de pequeño tamaño para uso militar, pues la
población árabe sería de unos 150 habitantes máximo, con unas 30 ó 40 casas al
pie del alcázar, y que la función era la de residencia del alguacil con algunos hombres de guerra, y la de cobijar a la población en caso de ataques
enemigos.
Por ello, no podemos considerar al Peñón
de Frigiliana como exclusivo refugio de la sublevación de los moriscos 1569, posterior
a esta fecha creemos que el Peñón pasaría a denominarse El Fuerte, por los
cristianos viejos repobladores, por ser sinónimo de fortaleza natural y derivar
en “Peñón fuerte”, y por ende El Fuerte.
Los estudios de los historiadores Pablo Rojo
Platero, Antonio Malpica Cuello, Virgilio Martínez Enamorado o Juan Vázquez
Rengifio, confirman con sus estudios, la habitabilidad de El Fuerte, anterior a
los árabes. Lo que ha sucedido, evidentemente, es que tras siglos de ocupación
humana los restos arqueológicos primitivos desaparecieran o se transformaron
por los moradores, como sucede en todos los asentamientos.
El
Fuerte era un cumbre dominante y defendible (de una a dos hectáreas), por donde posiblemente pasaron romanos y visigodos, y, por supuesto los
árabes (hallazgos de cerámica vidriada y
monedas). Desde El Fuerte se divisa el castillo de Bentomiz a 711 metros
de altitud en Arenas (a uno 25 kilómetros de distancia en línea recta).
Bentomiz es un nombre de origen godo que quiere decir «sierra desde donde se ve
el mar». Un enclave privilegiado, la
falta de agua se suplía con aljibes, que en tiempos de sequía se llevaba
haciendo una cadena humana, y cada uno de los hombres se pasaban los cántaros
unos a otros. No puedo pasar línea sin recodar las palabras del gran poeta de
Sayalonga Manuel Fernández Mota cuando sobre el castillo escribió:
«Tengo mis
pies clavados sobre piedras heridas, sobre la oscuridad de la historia perdida
entre las brumas. Algún temblor, algún latido o eco parece subir por entre los
guijarros y los pastizales...».
A pesar de estos hallazgos aislados deberían
hacerse prospecciones en este placer arqueológico (cumbre y alrededores).
Protegerlos y cerrarlos a los furtivos de los buscadores de metales y monedas o
simplemente excursionistas que se llevan a su casa lo que encuentran, con lo
que están cometiendo un delito al Patrimonio Nacional. Enclave arqueológico que
debería ser declarado Bien de Interés Cultural, para protegerlo de los
expolios.
De chaval (tenía unos doce o trece años,
1960), subimos mi primo Antonio Vacas y
yo a la cumbre del Fuerte desde los Cuatro Caminos, monte a través salvando peñas,
pinos, abulagas y tochas de esparto. Por aquellos años de mi adolescencia no
sentía el esfuerzo sobre mis piernas, ni supe percibir la antigüedad de esta fortaleza,
lo que sí recuerdo es que en la cara norte había una mina o resumidero de agua,
cuya antigüedad no sabía situar. Tal vez sentimos el deseo de escavar buscando
el tesoro de los moros, olvidando el posible cementerio árabe o «almacáber».
El único tesoro que encontramos
entre la maleza fue una especie de mina de unos cinco metros de longitud donde
saciamos nuestra sed porque no
llevábamos ni cantimploras.
También queda en estas lomas la sangre
humana que forma parte de las raíces de los romeros y de los enebros, y de
algún tejo centenario que persiste en ofrecer sus ramas como arcos de
ballestas. Y si mi primo y yo hubiéramos tenido oídos prestos, seguramente
hubiéramos oído el lamento de los heridos, el olor del humo de los hogares en
los hornillos entre las piedras de la historia hoy olvidada, una historia que debemos
recuperar.
Gran número de las estelas
sepulcrales musulmanas ensalzando la gloria de Allah, y en solicitud de su
infinita misericordia para el creyente enterrado bajo ellas, pasaron a servir
de sillares en templos cristianos y casas solariegas. Más o menos, es lo mismo
que siglos atrás los árabes hicieron con las columnas romanas, aprovecharlas para
sus mezquitas.
Lo que necesita el Cerro de El Fuerte y su
entorno geografía son excavaciones y empleo de georadares y demás técnica de
prospección arqueológicas.
Hoy,
simplemente con un reconocimiento del mapa terrestre de Google encontré estos restos de
una antigua fortaleza visible desde el satélite. Lo cual evidencia la necesidad
de un estudio serio:
Los
árabes en Frigiliana
En los últimos años del siglo IX, la
población mozárabe, encabezada por Omar ben Hafsun, se sublevó contra el
emirato de Córdoba (aunque tenía su castillo en Bobastro, Ardales, su influencia
en la Axarquía era notable). Abd al-Rahman III puso sitio al castillo y derrotó
a los rebeldes. La villa quedó despoblada de mozárabes y fue ocupada por
musulmanes. Durante la época de los Reinos de Taifas. La Axarquía quedó
dividida en dos distritos o tahas: la de Bentomiz y la Frigiliana. En el siglo
XI, la Taha de Frigiliana era muy importante de ella dependían Torrox y algunas alquerías cono las
de Prayana o Periana (en Torrox) y
Lautín, (estos dos últimos desaparecidos). En época nazarí a partir de 1273, la
villa alcanza un importante desarrollo económico, gracias a la industria de la
seda, aceite, la caña de azúcar y los frutos secos: pasas, almendras e higos.
¿Por qué los árabes se asentaron en el
Peñón? La hipótesis más probable es que
allí ya había un asentamiento anterior indígenas ibérico-púnico o visigodo. Por
ello, reutilizaron un enclave o fortificación natural de Frigiliana la Vieja situada
en el Peñón de El Fuerte, lugar estratégico por su dominio visible del mar
Mediterráneo. Luego, en los siglos de
dominación Omeya, con años de paz, bajaron a menor cota, y se asientan en el cerro
de Lízar donde construyen una pequeña alcázar de uso militar, a cuyo alrededor
se construyen unas veinte casas donde habitarán agricultores y productores de
seda. Hay constancia de una acequia que venía del Higuerón o Al Conca, de seis
kilómetros, que se conserva hoy día, que abastece el pozo Batán, que antiguamente
era una fábrica de papel de estraza.
La Taha de Bentomiz
comprendía los de Arenas y Daimalos.
En
el XIV los árabes de Bentomiz y Frigiliana confeccionaban seda que llevaban a la
alcaicería del puerto de Almuñécar, desde donde lo comerciaban los genoveses
porque la seda «málica» (es decir de Málaga) era apreciada hasta en Damasco.
Canillas de Acaytuno con “y” como la prefiere llamar el profesor José Luis Jiménez
Muñoz, era un importante centro de producción de tisúes y sedas de colores. Una
onza de seda podía valer el sueldo de un mes. Los árabes, antes de penetrar en
Europa, conocieron y aprendieron a trabajar la seda en China. La palabra
«Aceituní» significa rica tela traída de Oriente, usada durante la Edad Media.
Hubo un castillo o alcázar coronando la alquería
construido en el siglo XI, posiblemente sobre algún castro romano que queda por
demostrar, hoy invisible en las tinieblas de la historia, desmontado
piedra a piedra como represalias por los Reyes Católicos, que mandaron demoler
el castillo de Lízar, para que nunca jamás pudiera ser lugar de refugio de
moriscos y monfíes rebeldes. Tierras que fueron de dominio árabe durante ocho
siglo, y que tras la conquista o mejor dicho la invasión de los Reyes Católicos
en 1485, dos años antes de rendir Vélez-Málaga. Era una población de unos 150
musulmanes. La primera repoblación por
cristianos viejos se inicia a partir de 1501, después de la primera rebelión de
los moriscos. El último alcaide nazarí fue Hamet al Darra al Agar.
Los árabes que poblaron estas tierras de
la Axarquía eran gente pacífica que se dedicaba a la agricultura y a la
ganadería caprina. Cultivaban los olivos, la morera para los gusanos de seda,
trigo, cebada y sorgo (una especie de cáñamo), la caña de azúcar, la
almendra, los higos y la viña, de donde
transformaban pasas y seguían cosechan el famoso vino Lauro de la Baetica de
los romanos. Pues los musulmanes de esta zona del Al-Ándalus no respetaban los
preceptos coránicos de no consumir vino. Años más tarde, el 12 de Enero
de 1502, los Reyes Católicos confirmaron en Sevilla por Real Cédula la creación
de la Hermandad de Viñeros, cuyos privilegios gremiales fueron confirmados una
vez más por Doña Juana de Castilla en 1513. Debido a los ingresos
económicos y la felicidad que causaba a
la población. Es decir que aquel famoso vino dulce moscatel era «pecado»,
aún se cultiva en estas viñas. Aunque
las actuales son injertos; después de la famosa enfermedad de la filoxera de
1887.
Para evitar confusiones hemos de
destacar que la actual aldea del Acebuchal (Cómpeta) no es de origen morisco,
sino de principios del siglo XIX, agricultores
venidos de Cómpeta y de Frigiliana, posiblemente, durante la ocupación francesa
del territorio durante la Guerra de la Independencia. En la carretera del Pedregal
se encuentra actualmente el topónimo de la Cruz de Napoleón, por un vecino de
Frigiliana que arcabucearon.