jueves, 27 de septiembre de 2018

Cerámica de Wenceslao Fernández Flórez en Guadalest






"Aunque Alicante no ofreciese la incomparable tibieza de sus dulces inviernos, aunque llegasen a desaparecer las palmeras de Elche y el soberbio peñón de Ifach se hundiese en las aguas, mientras subsistiese Guadalest habría un poderoso motivo de peregrinación, porque Guadalest es uno de los sitios donde la Naturaleza se ha mostrado genialmente artista, y ella, en cuyo cargo se puede apuntar el defecto de repetirse con exceso, no ha podido duplicar en ninguna otra parte esta obra admirable." 


  Julia y Ramón el 24 de mayo de 1992 en Guadalest

 

Wenceslao Fernández Flórez

La Coruña, 1885-Madrid, 1964
Silla S
Tomó posesión el 14 de mayo de 1945 con el discurso titulado El humor en la literatura española. Le respondió, en nombre de la corporación, Julio Casares.
«Elegido para la silla S en 1934, no tomó posesión hasta 1945. Su nombre, como electo, aparece esporádicamente en las reuniones de la zona nacionalista, en la que le sorprendió la contienda», explica Alonso Zamora Vicente en La Real Academia Española (1999, 2015).
Considerado uno de los grandes humoristas de las letras españolas del siglo xx, Wenceslao Fernández Flórez comenzó su carrera como escritor en diarios y revistas.
Su primer contacto con el periodismo, a los quince años, fue con el diario coruñés La Mañana. Posteriormente colaboró en El Heraldo de Galicia, Diario de La Coruña, Tierra Gallega,  Diario Ferrolano (del que fue director) y El Noroeste. Según señala José Carlos Mainer en el Diccionario biográfico español (2001), «en 1915 llegó a la capital para trabajar en El Parlamentario, pero pronto pasó a ABC, donde Azorín lo había recomendado como sucesor suyo en la crónica parlamentaria. Así nacieron las “Acotaciones de un oyente” que le hicieron extraordinariamente popular y que redactó hasta 1935».
La otra vertiente de su popularidad, señala Mainer, «fue su narrativa, que nació de las derivaciones del modelo naturalista y al calor de la difusión de las colecciones de novelas cortas». Publicó cerca de cuarenta novelas y narraciones breves. Entre ellas, destacan La procesión de los días (1915); Volvoreta (1917), con la que consiguió el premio del Círculo de Bellas Artes; El secreto de Barba Azul (1923); Las siete columnas (1926), Relato inmoral (1927), Fantasmas (1930), Los que no fuimos a la guerra (1930) y El malvado Carabel (1931). Sus novelas fueron llevadas al cine en numerosas ocasiones, y él mismo se interesó por el cine y escribió algunos guiones.
Como recuerda Alonso Zamora Vicente, una de sus últimas obras, El bosque animado (1943), en la que Fernández Flórez resumió sus nostálgicas memorias de su Galicia natal, tuvo extraordinario éxito. En 1987 fue llevada al cine, con guión de Rafael Azcona y  dirección de José Luis Cuerda, y fue galardonada con cinco premios (entre ellos, mejor película y mejor guión)  en la convocatoria de los Premios Goya de 1988.
En 1926 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, compartido con Concha Espina. Durante la II República recibió la Medalla de Oro de Madrid y en 1935 fue condecorado por el gobierno presidido por Alejandro Lerroux, junto con Américo Castro y José Ortega y Gasset. En 1950 fue homenajeado por la ciudad de La Coruña que lo nombra Hijo Preclaro. En 1958 fue nombrado Periodista de Honor y en 1959 se le entregó la Cruz de Alfonso X.
La Fundación Wenceslao Fernández Flórez, ubicada en la que fue su casa de veraneo en San Salvador de Cecebre-Cambre (La Coruña), es un centro de documentación sobre el escritor.