domingo, 6 de septiembre de 2015

LA TRIDIMENSIONALIDAD DEL GUERNCA DE PICASSO

Articulo 34 de mi libro "LA CARA ATROZ DEL GUERNIC DE PICASSO"
Por Ramón Fernández Palmeral

34 .- LA TRIDIMENSIONALIDAD DEL GUERNICA
   La luz o eje luminoso interior del cuadro, de donde deriva la
triangulación de las figuras no se limitan a la proyección de luz de la
bombilla, sino también a la luz del quinqué y otros puntos situados al
exterior del cuadro. 
   La luz, ¡ay de la luz! distorsionadora de la realidad y la verdad. Para
que aparezca luz ha de existir la oscuridad, la luz rompe las sombras, ¿las
sombras tienen sombra? en el Guernica sí. Los colores de las sombras.
Estos conceptos de proporcionalidad y perspectiva son la genialidad
invisible, donde reside la fuerza vital del cuadro, teniendo en cuenta que
todo la escena se encuadra dentro de una habitación, estudio o almacén.
Aquí radica la dificultad y la genialidad. Kandinky dejó escrito:
la subordinación de la composición a una forma geométrica... la
construcción, sobre una base espiritual, requiere un largo trabajo... es
necesario que el pintor no sólo con sus ojos sino también con su alma... la
armonía es una yuxtaposición..., que forman en la vida común una
totalidad llamada cuadro..., el artista debe tener algo que decir porque su
deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido
... En todo caso podíamos recurrir a otro argumento de autoridad, el de René Berge,
cuando dice que el arte del espectador cosiste en apreciar las obras en
función de su valor plástico (cualidades expresivas de una obra). También
se pregunta el mismo autor, qué es la belleza si nadie la ha visto.
La ausencia de colorido es precisamente la fuerza de este cuadro, se
dramatiza el tema y entran dentro del mundo de lo simbólico y metafísico,
hay que tener en cuenta que es una escena nocturna, todas las figuras
parecen azuladas, tétricas, porque en realidad todos están muertos como
en la Colama de Juan Rulfo, a los fantasmas de Región de Juan Benet, o la
Celoma de Mateo Díaz, son cadáveres en movimiento y fantasmas de la
guerra, de todas las guerras del mundo. Parece como si Picasso hubiese
utilizado un proyector, y todo el cuadro fuera ni más ni menos que una
proyección cónica, en un claro abuso de la geometría descriptiva.
    De los destellos del quinqué parten dos haces o líneas imaginarias de luz o
líneas maestras de donde se triangula el cuadro (ver líneas números
1,2,3,4,). Existen otras líneas de triangulación como la sale de la parte
superior de la cabeza de la figura que se supone entra por una ventana
(línea 5) y la que parte del ángulo de la puerta de luz central y pasa por el
borde de la mesa (ver línea 6). Tenemos otra luz reflejada en el suelo que
he marcado con línea número 7, cuyo ángulo inicial nace en la rodilla de la
mujer que sube del sótano. La línea que parte como bisectriz del ángulo
superior derecho, pasa por la pequeña bisectriz que forma la puerta y
coincide con la dirección de la espada rota (línea 8). Existe otras líneas de
menor importancia como la que parte del punto de luz derecho de la puerta
central y llega al centro de la rodilla y coincide con las líneas 2 y 7 (línea
9), la cual tiene forma de libro abierto, la importancia de la rodilla: ¿Acaso
el abotargamiento de esta rodilla, nos da a entender que el pintor
padeciera algún tipo de artrosis, reuma o condromalacia artrítica en la
rodilla izquierda. Existen otras líneas como la superior horizontal (línea l0)
ó 11 y 12. El espacio donde se encuentra la escena del cuadro parece ser una



o varias habitaciones nos lo indican los triángulos superiores de las
esquinas, pero también puede ser el interior de un Parlamento, de un Foro
de Érmua, una escuela, la pantalla de un cine, el muro de la lamentaciones
de Jerusalén, una calle de una ciudad en llamas, el muro de Berlín
En realidad no hay un lugar físico, un escenario, se convierte en una
tumba, en el lugar monstruoso que todos guardamos secretamente en
nuestro inconsciente, aquí radica la fuerza invisible del cuadro, en la
capacidad de sugerirnos imágenes tenebrosas.
Si queremos ver se nos dará la llave de la luz del cuadro. Parece como si
acabáramos de entrar a una cámara de los horrores o al mundo del
exorcismo. Si nos esforzamos podemos ver tres cuadros en uno o la
tridimensionalidad o la quintaesencia de su fuerza y de sus perspectivas. A
la derecha un interior con ventana en llamas y una puerta semiabierta,
representa al bonzo que protesta, el inmigrante quemado, la víctima del
terrorismo, una ciudad en guerra: Málaga o Madrid en la guerra civil,
Londres, Berlín, Sarajevo, Mostar, Bagdad, Beirut...). El fuego del cuartel
de Vich o Santa Pola, Hipercor, Vascongadas, Madrid... En la parte
central el último escalón de las escaleras de un sótano (el sótano o el
armario donde guardamos nuestros cadáveres, nuestras miserias, nuestros
vinos, nuestro subconsciente) la forma del pie de la mujer que pisa el
último escalón de una huida o escapada de las miserias; un ángel
exterminador con un quinqué en la mano derecha e iluminar la oscuridad
de un salón, el caballo, y la espada. A la izquierda el toro, algunos
especialistas, han querido ver un frontón, puede ser, la grandeza del
cuadro es que se da a cualquier interpretación, yo veo la pantalla de un
cine donde se proyecta un documental de volcanes o de guerra en blanco y
negro. En el techo cuelga un sol con luz eléctrica, una bombilla
Las ocho figuras carecen de volúmenes aparentes, parecen recortes de
cabezas pegadas, o como si se quisiera plasmar una figura en su totalidad,
observadas desde varios ángulos a la vez, no debemos olvidar que se trata,
además de un cuadro simbolista, cubista. Las cabezas están siempre de
perfil –como la de las pinturas egipcias-, es la intención de dibujar un todo
en un perfil. Los cuerpos lo mismo se nos dan de frente como de espalda,
la imagen de un dibujo que nos llama siempre la atención, para mí la figura
que más me fascina es la de la mujer de la rodilla abotargada, quien me
dice a mí que no es un marinero o un pescador que pide justicia (ver lo que
tiene en la espalda), a lo mejor son los marineros del submarino Kursk,
saliendo por una escotilla. El cuadro parece ser visto por un calidoscopio,
vemos luces globales, extremas, afines, reflejas, directas e imaginarias,
desnudas. Si nos dejamos llevar por la iluminación natural podemos ver
como si las figuras hubiesen recibido el flash de un relámpago, como
fósforos de la luz del entendimiento, linternas de vida en agonía, memoria
del rechazo. Todo el Guernica intentar iluminar, iluminar al espectador,
iluminar al ciudadano, iluminar su entendimiento.
Giulio Carlo Argan en su obra “El arte moderno”, editorial Akal, nos
dice del Guernica que es el único cuadro histórico del siglo XX. Añade:
“Está compuesto con los modos de un Rafael o un Poussin, hay simetría,
perspectiva, gradación de valores, rito creciente de acentos. Simetría el eje
medio de la pared blanca..” No aporta nada nuevo sobre este cuadro.