Comentarios de Ramón Fernández Palmeral
Prólogo
Símbolos e imágenes de Ramón Fernández
Hay libros que nos acompañarán siempre con sus secretos. Perito en lunas de Miguel Hernández es uno de ellos. Lo escribió el poeta de Orihuela en su primera juventud. Fue su obra inicial y no tuvo el impacto que él esperaba y el texto merecía. En 1932, un joven se lanzó por los caminos que el hermetismo gongorino le señalaba. Hizo una obra tardía, que apareció en enero de 1933, en el marco todavía de la conmemoración del tercer centenario de Góngora en 1927. La mímesis hermética se situaba a veces en lo incomprensible y el propio Miguel tuvo que poner títulos en un ejemplar de Federico Andreu Riera para que éste entendiese los poemas.
Los consideramos al principio un primer ejercicio poético del joven Hernández. Los fuimos apreciando después como ejemplo de aquel descomunal esfuerzo de un poeta en ciernes que, a partir de aquí, fue poeta en toda la extensión y dimensión de la palabra. Aquel esfuerzo fue construcción metafórica -la metáfora enigma-, métrica y rítmica -las octavas reales- y, sobre todo, creación de una primera poética objetual, pues ese era el contenido de las cuarenta y dos octavas: formas de la naturaleza y las cosas construidas como «lunas», formas lunares de lenguaje maduro y capaz de articularse como un núcleo poético imprescindible para el desarrollo del escritor.
Ramón Fernández Palmeral escribe ahora sobre aquella simbología lunar, ahonda en sus significados y lleva su indagación al extremo de «pintar» las metáforas, convertir en dibujos los poemas, reinterpretarlos como imagen visiva. Creo que es un ejercicio didáctico valioso y un ejemplo retórico que apura la imagen hasta que la convierte en dibujo, hasta que la transcribe desde el texto a su evidencia más rotunda. Quiero felicitar por ello al autor de este libro que, sin duda, nos devuelve posibilidades últimas de la escritura hernandiana, que necesita ser explicada -lo hizo Sánchez Vidal hace años prosificando sus significados, como hiciera Dámaso Alonso con Góngora hace bastantes años más-.
El libro de Ramón Fernández se sitúa por tanto en la interpretación minuciosa del hermetismo gongorista hernandiano y es un ejercicio de honestidad intelectual manifiesta. Ha leído mucho de lo que se ha escrito sobre aquel libro, ha reflexionado sobre cada poema y el resultado es la interpretación nueva, a veces arriesgada, pero siempre posible, de sus significados ocultos. Me cabe por tanto felicitar al autor de esta interpretación y animar a su lectura.
José Carlos Rovira
Catedrático de Literatura Hispanoamericana
Universidad de Alicante
Diciembre de 2004.
ArribaAbajo Introducción
Con este nuevo ensayo/ilustrado de Perito en lunas cierro la trilogía dedicada al universal poeta oriolano Miguel Hernández. Al comentarlos e ilustrarlos he pretendido ser taxidermista de versos, es decir, he querido disecar tres obras: El hombre acecha, El rayo que no cesa y Perito en lunas, primero con un estudio preliminar, luego acompañado de láminas o «evocaciones visuales» como escribió el profesor Francisco Esteve para el prólogo de mi segundo libro. Por este medio pretendo recrear y divulgar la obra hernandiana con unas láminas de un estilo surrealista, propio de las carteleras de películas, que dejen impronta en la memoria del atento lector.
Este trabajo sólo quiere abrir nuevas posibilidades al estudio de la obra hernandiana, entrar en su cerrado edificio críptico y hermético, como es su opera prima, poesía de adolescencia, aclimatada en un mundo rural y religioso, deudora de una intrínseca personalidad y tan unida al ser como la luz levantina y la formación represora de los jesuitas de Santo Domingo, y de un adolescente en la Oleza de Miró con sus 33 iglesias y otros tantos conventos, una ciudad mediterránea en la vega del río Segura que es pacífica luz en la molienda de su claustro-huerta, azahares, y, sobre todo, una historia como riqueza irrenunciable.