¿Qué pasa con la pólvora?
El
aumento del precio de kilo de pólvora negra refinada para arcabuces ha
provocado un conflicto entre la única comercializadora en España y las
asociaciones de festeros del arco mediterráneo, que tienen los disparos
como eje de las fiestas de Moros y Cristianos
Un ruido sordo, una deflagración, humo y un intenso olor. Ésa es la percepción que deja un disparo de pólvora negra sin
el que las fiestas de decenas de municipios del arco mediterráneo
perderían un elemento esencial. Desembarcos en las playas, toma de
fortalezas o desfiles de Moros y Cristianos se rememoran cada año en
municipios de la Comunidad Valenciana, Murcia y Castilla-La Mancha al
ritmo de los disparos de arcabuces. Pero este verano ha
surgido un problema. El precio de la pólvora negra se ha disparado en
el mercado y ha llevado a la Unión Nacional de Entidades Festeras de
Moros y Cristianos (UNDEF) y a los festeros de una veintena de
localidades ha pedir el amparo de las instituciones para que las fiestas
no corran peligro.
¿Qué ha pasado para que el kilo de pólvora negra valga hoy un 300% más que en 2006?
Esta munición, también llamada pólvora antigua, es producto de la
mezcla de un 75% de nitrato potásico, un 15% de azufre y un 10% de
carbón vegetal. Es poco potente, pero genera una gran cantidad de humo
cuando se quema. Las armas que se utilizan en los disparos y los alardos -simulacro de combate entre moros y cristianos- suelen ser arcabuces, un arma antigua que los festeros cargan por el cañón con esta pólvora negra, refinada, que guardan en sus cantimploras. En las fiestas de una localidad media como Cocentaina (Alicante) pueden consumirse entre 600 y 800 kilos. En alardos como el de Alcoy, cuyas fiestas de Moros y Cristianos están declaradas Interés Turístico Internacional desde 1980, la cantidad se multiplica: 3.100 kilos el pasado mes de abril.
En España, las entidades festeras sólo pueden comprar la pólvora para sus arcabuces a un solo proveedor: la empresa Albaceteña de Explosivos [en Montealegre del Castillo], que son los distribuidores. El resto de fabricantes de pólvora no trabajan con el calibre que necesitan estas armas o no cuentan con el permiso de Industria para hacerlo. «Hace años teníamos un proveedor de Río Tinto, pero hace mucho que sólo trabajamos sólo con una empresa», reconoce la presidenta de la UNDEF, Pepa Prats. Esta empresa, con sede en Montealegre del Castillo (Albacete), importa este tipo de pólvora de Alemania y sus precios han subido. «Lo que nos dijeron es que en esa empresa alemana se produjo un accidente el pasado año y no han podido volver a producir hasta el mes de julio, y no al 100%. Esa es la razón que nos dan para que tengamos que pagar 48 euros lo que antes valía 32», explica Prats. Un 52% más.
Desde esta empresa han declinado dar a este diario explicación alguna a esta subida del precio. «Se han reunido con nosotros varias veces y confiamos en que a partir de septiembre los precios se puedan normalizar», asegura la presidenta de los festeros, que ha intentado buscar otros proveedores por todo el país. «Sólo pudimos localizar 4.500 kilos de pólvora negra en el País Vasco. Pero tenía el calibre algo más grande de la que usamos y ningún armero quiso hacer el trasvase».
Ni siquiera en la Comunidad Valenciana, donde son muchas las compañías que trabajan con pólvora para la pirotecnia, han encontrado quién se la pueda suministrar. Porque el problema son los permisos. «Todos nos dicen que los trámites y autorizaciones son tantos que no les interesa. Es muy complicado poder vender este tipo de pólvora negra, aunque estén vendiendo cohetes», resume Pepa Prats.
Y es que el Reglamento de Explosivos del Ministerio del Interior es muy estricto respecto a quién puede comercializar y comprar pólvora para «actos de arcabucería». Autorización, seguros de responsabilidad y antecedentes penales de quienes vayan a tirar la pólvora, porque no todo el mundo puede ser tirador. Los ayuntamientos tiene que acreditar que cualquier persona que porte y tire pólvora en un acto de arcabucería debe tener formación para ello.
Sin embargo, aunque las entidades festeras son quienes compran la pólvora, son los festeros de forma individual quienes la pagan, y su bolsillo está sufriendo. «Los disparos han mermado, porque la gente está ajustándose ante estos precios», relata Prats, que tiene «la esperanza» de que cuando la fábrica alemana trabaje al 100% «los precios vuelvan a regularizarse». Mientras, pide el amparo de las instituciones para velar por la fiesta.
De momento, sólo ha respondido el PP, que pretende llevar al Congreso la modificación de la Instrucción Técnica Complementaria número 26 del Reglamento de Explosivos aprobado en 2017, durante la etapa de Mariano Rajoy. La intención es que se que se flexibilicen cuestiones como las fórmulas de almacenamiento y reparto de la pólvora a los tiradores. Además, solicitarán que se revisen las condiciones que deben cumplir los proveedores para acabar con el monopolio de facto que existe al que abocan, dicen, la burocracia y que ahoga a la fiesta.