lunes, 22 de abril de 2019

El encuentro entre la Virgen de la Alegría y su Hijo Resucitado, plaza del Ayuntamiento

                       
   

                  El encuentro de la Virgen de la Alegría con Jesucrito Resucitado Plaza del Ayuntamiento



                                         (Fotografías de Palmeral, Alicante, 21 de abril de 2019)

Por Ramón Palmeral

El Domingo de Resurrección (20-04-2019)  amaneció lloviendo en Alicante acertando en los pronósticos del tiempo como un gurú el satélite meteorológico  Meteosat como espía de nuestras nubes, y de nuestros nublo físicos y mentales. A eso de las diez de la mañana dejó de llover en La Florida, es decir que escampó (tregua de agua bendita), a eso de las once oí en mis duros tímpanos las campanas de la Parroquia de San Francisco Javier, de la plaza de Magallanes, llamando a la misa del domingo tan señalado para la Iglesia Católica: el día de la Resurrección de Cristo, la fe en estado puro y vivo.

Mi mujer se vistió de domingo, tan guapa ella y se fue a mi misa, y yo tomé la Nikon 500 de 36x de teleobjetivo, y me acerqué mi coche hasta el aparcamiento del puerto, que por cierto unos policías portuarios me persuadieron de aparcar mal donde había unos coches, frente a la antigua Aduana en batería, y estaban multando. Pero yo aparqué en la zona subterránea de pago  porque uno ya no está para grúas, pago de multas y demás sustos arancelarios directos.

Al salir al exterior por unas escaleras dirección Este, vi a unas «belleas» pagar en el cajero automático del parking y les pedí permiso para hacerles unas fotografías, pero como las hice sin flash salieron turbias, lástimas, prime fallo. Luego en la superficie el cielo esta nublado, encapotado (según los más gramáticos), amenazando lluvia, pero en calma de paraguas cerrados, frente al Hotel Meliá, en el espigón del puerto que ya nadie se acuerda que está en zona de protección de Costas en Dominio público, hice una fotos a la playa del Postiguet, cuyas olas movidas como en una batidora que no permitía el baño; a pesar de ello, y como era domingo había gente paseando por la lengua del agua, esa zona de arena humedecida que, sesgada,  impide que el mar se salga de sus bordes.

Saqué fotos, y también al altivo y vigilante del castillo de Santa Bárbara en el monte Benacantil con su Cara de Moro en un pedrusco de cantera beligerante, y su turbante adornado con garitas pétreas como corona. También hice fotos al puesto de periódicos y a la regata en la plaza de la Puerta del Mar que se eleva pobre el suelo, es el anuncio de la Race Word Ocean, que cada cierto tiempo sale desde Alicante, esta ciudad de la Región Autónoma de Levante, que es el nombre que debería tener nuestra Autonomía, y no la de una de sus provincias Valencia, de las tres que la componen, este asunto político que resta identidad valenciana a los alicantinos, a pesar de que tenemos la Señera las barras de Aragón, y una franja azul coronadas junto al mástil. No faltó tampoco la foto a la bandera de España y a los soldados que de bronce hablan entre ellos, es del homenaje al Ejército español.

Al pasar el paso de cebra de la Avenida de Vallellano (regulado por semáforo de minutos digitales), que todo el mundo conoce como el kiosco de Peret, y teniendo en frente el edificio modernista de Carbonell, tomo la calle de Cervantes, esquina de la Cámara de Comercio (antiguo Hotel Palace), para pasar debajo del adarve hacia la plaza de Ayuntamiento. ¡Qué alegría! ¡Qué bullicio de personas mujeres, hombres, niño, carritos…! Toda abarrotada de gente hablando y comentado la procesión, llegó la Virgen de la Alegría de la Hermandad de Nuestra Señora de la Alegría desde la basílica de Santa María, después de bajar las escaleras, con banda de música. En los balcones del Ayuntamiento de Alicante, lucían estandarte en los pretiles de hierro forjado (barandas),  funcionarios, alguaciles, alguacilillos, fotógrafos oficiales, damas de honor, capellanes, autoridades,  y el alcalde Luis Barcala en primera fila. Asomados a la baranda estaba como en un escaparate sin cristal blindado, en lugar privilegiado, y cerca de la puerta principal bajo el relieve del III tercer centenario de El Quijote de Cervantes, estaban todas las «belleas de las Hogueras» de todos y cada uno de los barrios, con deslumbrante mantillas blancas de pureza, como testigos de acto litúrgico que se iba a celebrar en la plaza.

Pero ¡Aleluya! Cuando por la calle Jorge Juan apareció el Aparecido Cristo Jesús el Resucitado de la Concatedral de San Nicolás, y se acercó a la Virgen de la Alegría que dejó de ser Dolorosa, para abrazar a su hijo, en un encuentro emotivo, grandioso, espectacular, y allí estaba yo con mi cámara del fotos para capturar el preciosos acto, y grabar en vídeo las palabras u homilía que pronunció un sacerdote desde el micrófono del balcón principal.

Luego como una desbandada de hormigas los feligreses que llenan la plaza la evacuaron y todo lo demás es historia

Domingo de Resurrección, 20 de abril de 2019