Autor Ramón Fernández Palmeral
Versión digital e impresa:
http://www.amazon.es/El-cazador-del-arco-iris/dp/1517221919
Información en pfd
“El
cazador del arco iris” es una obra narrativa con elementos poéticos y
cierto realismo mágico, es la saga de familia de “Los Simontes”, unos
vecinos de Acebumeya (Málaga), la aldea donde suceden cosas extrañas,
rodeadas de un mundo mágico y supersticiones, alcanza cotas de un
lirismo inusual en estos tiempos de literatura de consumo. Combina
curiosas anécdotas con reflexiones filosóficas y análisis subjetivos de
un tiempo pasado, donde no existían medios de comunicación como los
teléfonos móviles, ni electricidad, ni otras comodidades actuales.
5.5" x 8.5"
(13.97 x 21.59 cm)
Black & White on Cream paper
430 pages/ páginas
Black & White on Cream paper
430 pages/ páginas
ISBN-13:
978-1517221911
(CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1517221919
BISAC: Fiction / Biographical
COMENTARIO EN LA CONTRAPORTADA
ISBN-10: 1517221919
BISAC: Fiction / Biographical
Un guardia civil despierta de la muerte y
recuerda a través de varios narradores su vida. Había nacido en 1920 y falleció
en 2004, a los 84 años. Utilizando el
recurso de la leyenda del arco iris, por cuyas bases de luz se podía ir o
regresar de los cielos, y a su vez del otro mundo. El guardia civil José Ramón
Fernández ha regresado y despertado del más allá, y con ayuda de 4 ó 5
narradores, el destinatario de la
narración (el narratario) es su hijo Ramoberto que recibe el mensaje de esta
obra narrativa, más que biografía o novela de ficción, y es quien escribe lo
que le cuentan los diversos narradores.
Se inicia la narración cuando el guardia
civil despierta en su aldea de nacimiento en Acebumeya (Málaga) en 2015, aldea
de ficción que al modo de Yoknapatawapha de Faulkner o la Región de Juan Benet,
se utiliza como lugar mítico narrativo, para evitar implicar a los vecinos
reales de su verdadera aldea. La aldea de Acebumeya fue desalojada por la
Guardia Civil en tiempo de maquis en 1948, luego regresaron algunos vecinos
hasta 1965 en que la abandonaron hasta que quedó hecha escombros, y en 2003
vuelta a reconstruir hasta nuestros días, dedicada al turismo rural.
Con apoyos del realismo mágico, la
prosa-poética del narrador, investigaciones narrativas novedosas, más las
leyendas del lugar, las supersticiones y el mundo de los espíritus que habitan
allí se consigue un interés y un suspense, que hace que el lector se interese
constantemente por lo que va a suceder en los 90 apartados en que se divide la
obra narrativa de 414 páginas.
Con el trasfondo de los miembros de la
familia de los Simontes, se consigue
una distraída saga por donde aparecen extraños personajes con anécdotas
sorprendentes, propias de gentes ingenuas y en, cierto modo, ignorantes. Unos
tiempos sin luz, eléctrica, teléfonos y otras comodidades que chocan
brutalmente con la mentalidad del lector actual. Los Fernández es que es mezcla
de reprobadores castellanos y moriscos andaluces.
El tiempo de la obra narrativa transcurre
en una semana en un cortijo aislado del Mayarín (Axarquía malacitana) en junio de
1995, y los tiempos históricos se remontan al siglo XVI, con la batalla del
Peñón de Frigiliana de 1569, pasando por la Guerra del Norte de África con el
héroe de Nador y su desaparición en 1923, la II República, la guerra civil
donde el narrador estuvo como soldado con los nacionales, porque era de la
Quinta del Biberón, la represión franquista, los maquis de Ciudad Real y Sierra
de Almijara en Frigiliana, la dictadura de Franco, la Transición, la democracia,
la terrorismo de etarra, el 23 F y otros asuntos de relevancia histórica.
El final se cierra con una revelación
sorprendente y la marcha del espíritu, fantasma o como se le quiera llamar del
guardia civil, que regresa otra vez al más allá por donde se había colado, por
un sector del arco del tiempo y del espacio.
Los tiempos de la narración son varios: el presente cuando habla el narrador en 2015, que es cuando resucitó; el tiempo pasado desde una excursión que sucedió en 1995 en la Misa de San Juan durante una semana. Desde donde parte la mayoría de las historias contadas a su hijo, que es el narratorio y a la vez autor de lo escrito. Puesto que la sombra del narrador no puede escribir, sino contar para que otros la escriban.
Los tiempos de la narración son varios: el presente cuando habla el narrador en 2015, que es cuando resucitó; el tiempo pasado desde una excursión que sucedió en 1995 en la Misa de San Juan durante una semana. Desde donde parte la mayoría de las historias contadas a su hijo, que es el narratorio y a la vez autor de lo escrito. Puesto que la sombra del narrador no puede escribir, sino contar para que otros la escriban.
Ramón Fernández
Palmeral
Alicante, 27
de septiembre 2015
COMENTARIO EN LA CONTRAPORTADA
El narrador es un vecino que ha vuelto a la vida de los sentidos y al recuerdo de su biografía desde su nacimiento hasta su vejez, poeta de la palabra, pero también es un historiador ocasional que nos aproxima a los moriscos que vivieron en Acebumeya y Frigiliana del S. XVI, repasando la Guerra del Norte de África en el Rif y Melilla, la II República, la dictadura de Franco y la dura posguerra vivida por un Guardia Civil, el maquis, y la democracia de las luces en color al final de terribles años en blanco y negro.
Con un estilo ameno y prosa de fácil lectura, el narrador nos va sorprendiendo continuamente en un mundo propio donde nada es lo que parece, ni parece lo que es. Dilata al máximo su capacidad de percepción de la realidad y de la observación llevando a cabo un análisis de su entorno familiar y mental con una investigación profunda de las posibilidades del lenguaje y los giros narrativos donde aparecen otros narradores, lo que da a la obra una segunda perspectiva.
Ramón Fernández es un gran seguidor de las obras de Gabriel García Marquez, Juan Rulfo, Julio Cortázar, José Luis Borjes, Mario Vargas Llosa y del realimso mágico hispanoamericano. Así como de Juan Benet. Aldecoa, Ana María Matute, Miguel Delibes, Julio Llamazares... De tos estos autores hay referencias.
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PRÓLOGO
para EL CAZADOR DEL ARCO IRIS
No hace falta rescatar del olvido, ni hacer revivir de los rescoldos y de las cenizas de la selva amazónica a Macondo, la aldea perdida de Gabriel García Márquez.
No hace falta rescatar del olvido, ni hacer revivir de los rescoldos y de las cenizas de la selva amazónica a Macondo, la aldea perdida de Gabriel García Márquez.
Mucho más cerca, donde habita el arco iris, se encuentra la aldea de Acebumeya que aparece como por arte de magia y con todo lujo de detalles en el fondo de un profundo valle, al lado de un arroyo, en el cruce de caminos hacia la ruta de la miel, al sur cardinal de Málaga, Reconstruida piedra a piedra con los latidos del corazón y los retazos de la memoria de Ramón Fernández Palmeral.
Generaciones enteras de gentes trabajadoras y honradas, hombres y mujeres que vivieron en este lugar, irán apareciendo ante nuestros ojos, tomando forma individual, con sus rostros curtidos, con sus pasiones y sueños, con sus penas y alegrías, con sus increíbles historias y destinos de la pluma de Ramón Fernández Palmeral.
Al igual que el coronel Aureliano Buendía recordó frente al pelotón de fusilamiento toda su vida y la historia de sus antepasados, como iluminado por un relámpago vertiginoso de una luz azulada y fantasmagórica que hizo aparecer ante él a su querida aldea de Macondo, y su memoria quedó arrasada por una desbandada de metáforas turbulentas, que arrastraron su alma hasta llevarlo a un abismo insondable de amores imperecederos, y de emociones incontrolables , que le sumergieron en la noche de los tiempos más aciagos y remotos .
Un siglo después el militar guardia civl José Ramón Fernández aparece como por hechizo, como la proyección de un sueño fantástico, que servirá para hacer revivir a su aldea de Acebumeya, para que de nuevo, ese glorioso tiempo en que sus antepasados habitaron en ese mágico lugar vuelva a ser recordado por todos.
Fue en esa época en que la aldea tuvo más de cien vecinos, una escuela, una alberca, un manantial y muchos bancales, cuando vivió allí la familia de los Simontes, toda una honorable saga de gente buena, una generación en que los padres inculcaban a los hijos, el respeto y la obediencia a los mayores, la humildad, el temor de Dios y el amor a la Naturaleza.
Uno tiempo en que los hombres tenían honor y palabra, en los que tenía más validez un apretón de manos para cerrar un trato, que la firma de un notario y en el que la honra y la fama de las personas era más importante que la todas las riquezas juntas.
En esta fascinante historia creada por Ramón Fernández, aparecen personajes inolvidables que no nos dejarán indiferentes, anécdotas entrañables, reflexiones sobre la vida. En definitiva un magistral retrato de una saga familiar, reconstruido con toda la fuerza vital de una prosa pujante y de una desbordante creatividad, que hacen del autor uno de los más interesantes y amenos narradores de la actualidad.
Pilar Galán García
Escritora y poeta
Enviado desde mi iPad
octubre 2015
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