martes, 16 de noviembre de 2021

 

27. EL AÑO DE VICENTE BLASCO IBÁÑEZ Y MIGUEL HDERNÁNDEZ

 Ambos autores valencianos recibirán sendos homenajes por parte de las instituciones, el primero del Congreso de los Diputados y del Ayuntamiento de Orihuela, y el segundo del Ayuntamiento de Valencia. Es inevitable establecer ciertos paralelismos entre ambos personajes, de los que pese a su firme compromiso político durante años solo se les han reconocido por sus obras literarias.

Se abre un periodo clave en la visibilización de dos escritores inseparables de su faceta política, sin la cual no se entienden sus obras. ¿Podemos explicar La araña negra de Blasco sin hablar de su anticlericalismo radical? ¿O entender la vida -y sobre todo la muerte- de Hernández sin recordar sus textos como comisario de propaganda de la República durante la Guerra Civil?

 

Empecemos por el más mayor. Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, 1867 - Menton, Francia, 1928) compaginó su actividad literaria y periodística con la política. Fue un agitador de masas, muy cercano al obrerismo, republicano y anticlerical. Defendía que el problema del pueblo era la falta de educación, de manera que la extendió de forma gratuita para las clases bajas y democratizó el acceso a la información con un diario (El Pueblo), que se vendía a un precio mucho más bajo que el resto. El próximo 29 de enero se celebrará el 150 aniversario de su nacimiento.

Miguel Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) fue un pastor obligado a dejar los estudios, lo que no obstante no le impidió escribir poemas que le llevaron a Madrid. La Guerra Civil le pilló joven, cuando de sus versos emanaban alegatos pro justicia social y denuncias contra el abuso de poder y la explotación de las clases bajas, como se puede leer en Vientos del pueblo. Acabó ejerciendo de comisario político y luchó en el frente con el carnet de militante del Partido Comunista. Siempre le indignaron los manjares opulentos a los que le invitaban personajes incluso de su misma ideología, mientras la mayoría de la población intentaba sobrevivir a duras penas. Este año se cumple el 75 aniversario de su muerte.

 

Un año de actos

Para el Año dedicado a Blasco Ibáñez, el Ayuntamiento de Valencia destinará 50.000 euros en un programa de actos que presentará el alcalde, Joan Ribó, el próximo 10 de enero. Se espera también alguna iniciativa por parte de Presidencia de la Generalitat Valenciana, aunque hasta la fecha todavía no se ha desvelado nada. Miguel Ángel López, secretario de la Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez, adelanta que este año verán la luz publicaciones inéditas del escritor y político. La Biblioteca Valenciana también le dedicará una exposición en el monasterio de San Miguel de los Reyes con materiales propios y de la Fundación.

“Blasco Ibáñez es un personaje que cualquier valenciano conoce, pero es muy desconocida su realidad: durante la Segunda República se le consideró un héroe, pero en la Guerra Civil se destruyó todo su recuerdo, no se quiso saber nada de él”, señala López. Recuerda que fue un “personaje muy poliédrico, con facetas muy integradas” y reivindica que este año será una oportunidad para explicar su proyección internacional, “muy desconocida”: “En Estados Unidos, Los cuatro jinetes del Apocalipsis fue el libro más vendido, solo por detrás de la Biblia”. “La industria de Hollywood se lo rifaba y hoy las universidades estadounidenses nos piden datos para investigar, mientras que en las escuelas de la Comunitat Valenciana ni siquiera se le estudia”, compara.

Raquel Andrés Durà

Este año será especial tanto en Orihuela como en Alicante. En su ciudad natal se hará una completa exposición bibliográfica y documental con objetos personales suyos, mientras que en la capital, el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert acogerá del 15 al 18 de noviembre el IV Congreso Internacional sobre Miguel Hernández. Estos serán los dos actos centrales, pero habrá otras actividades didácticas en torno a su figura y publicaciones.

Entre ellas, destaca la edición del facsímil de la obra Miguel Hernández y sus amigos Orihuela de Manuel Molina de 1969. El director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor Larrabide, cuenta que todavía no se ha fijado un presupuesto para las actividades, aunque asegura que tanto la Diputación de Alicante como el Ayuntamiento de Orihuela se han comprometido a hacer una aportación para que el poeta tenga “un homenaje digno”.

El director de la Cátedra Miguel Hernández en la Universidad de Elche (UMH), Francisco Esteve, señala que la declaración institucional es una “plataforma para seguir investigando y potenciar la presencia” del poeta y de su mujer, Josefina. Asimismo, sostiene que “la parte personal” es su aspecto menos divulgado y cita las cartas con sus amigos y su novia, donde “se desnuda de su profesión poética y se ve el interior de la persona”. “Su biografía y trayectoria literaria hay que ligarla a la vigencia del mensaje del poeta: la defensa de los derechos humanos y valores intemporales que merecen que se difundan”, añade Larrabide. “Era conocedor de las injusticias sociales y apostaba por una transformación social”, apostilla.

Más allá de los tópicos sobre naranjas y pesca

A menudo se ha querido utilizar las obras de Blasco Ibáñez como parte del folclore valenciano, destacando símbolos como las naranjas, la vida y pesca en la Albufera o la cotidianidad en la Huerta de Valencia. Pero lo cierto es que sus narraciones iban más allá del aséptico costumbrismo. Novelas como La barraca son un claro símbolo de la lucha campesina contra las presiones económicas de los terratenientes. Un retrato que por cierto también tiene una lectura muy actual con las deudas contraídas con los bancos y en el propio campo valenciano, ahogado por el escaso margen de beneficio que les dejan las grandes distribuidoras.

Durante el mandato de Rita Barberá, el Ayuntamiento de Valencia impulsó la reedición de algunas de sus obras. En un prólogo escrito por la propia alcaldesa, sin embargo, eludía su inseparable ideología política y citaba a Blasco Ibáñez simplemente como “uno de los personajes más excepcionales, apasionantes, atractivos y prolíficos que ha dado la cultura valenciana”. Añadía que el escritor “sorprendió al mundo con su pronunciada y cambiante personalidad”.

En otro prólogo, la entonces concejala de Cultura, María José Alcón, se refería a él como “el más insigne de los literatos valencianos de los últimos tiempos” y defendía que “desde las instituciones públicas y privadas valencianas no se ha sido cicatero a la hora de dar difusión al autor y a su ingente legado novelístico”. Una visión que contrasta con la de la Fundación, que reclama una divulgación mucho más integral del personaje.

De Miguel Hernández se han hecho populares sus versos antibélicos (Tristes guerras o Sentado sobre los muertos) o aquellos escritos desde la cárcel donde acabó muriendo, como Las nanas de la cebolla, dedicadas a su niño. El poeta de Orihuela ha pasado a la historia así, como un padre angustiado que se retorcía de dolor por no estar junto a su amada ni junto a su hijo, como víctima de una guerra sin vencedores ni vencidos y casi con arrepentimiento. Nada más lejos de la realidad: hay fuentes que señalan que a Miguel Hernández sus amistades dentro de la Iglesia le ofrecieron la libertad a cambio de renunciar a sus ideas y militancia. Y nunca lo aceptó.

¿Dónde están sus calles?

¿Quién sabe dónde está la calle Miguel Hernández en Alicante? Existe, pero pocos alicantinos sabrán localizarla. Se trata de una calle ‘escondida’ en el barrio de Benalúa, a pocos metros de la cárcel donde murió (donde hoy están los juzgados de la ciudad). En su Orihuela natal la calle Miguel Hernández tampoco es una de las arterias principales de la localidad, sino que está ubicada en su límite norte, aunque al menos desemboca en la plaza donde pervive su Casa-Museo.

Blasco Ibáñez, en cambio, ha tenido mejor suerte en el nomenclátor. La avenida que lleva su nombre en Valencia es una de las principales de la ciudad y además atraviesa la zona universitaria. Sin embargo, a veces da la sensación de que por ello ha muerto de éxito, ya que muchos valencianos solo han oído este nombre por el topónimo, sin saber quién es el personaje.

Además, hasta el cambio de gobierno de 2015, la prolongación de esta avenida hasta el mar ha sido motivo de conflicto urbanístico (primero con el PSOE y después con el PP de Rita Barberá), porque supuso la degradación del barrio de El Cabanyal y la presión a los vecinos para que vendieran sus casas para luego derribarlas. Así, el nombre de Blasco se usó durante años como símbolo de la codicia de unos y del terror de otros.

Polémica por sus legados

Blasco Ibáñez y Miguel Hernández tienen otro punto en común: la polémica en torno a su legado. En el caso del escritor valenciano, se trata de unos 3.000 libros, dibujos, correspondencia y otros objetos personales que se encuentran actualmente en la Casa-Museo de la Malvarrosa (Valencia). La Fundación, propietaria del legado, firmó un acuerdo in extremis en 2002 con el consistorio liderado por Rita Barberá y estuvo a punto de marchar a Madrid por la dejadez política.

Este convenio finaliza, precisamente, el 20 de diciembre de 2017. La Fundación pide que “se abra una nueva etapa” en la que se potencie la difusión del escritor y político y que se le asigne “un papel protagonista” en la gestión de la Casa-Museo, un espacio que hoy luce igual que hace 20 años y donde no se celebra ningún tipo de actividad. A finales de año conoceremos si la Fundación renueva el contrato que permitirá a los valencianos seguir teniendo cerca el legado del escritor. La voluntad es que siga en Valencia, afirman portavoces de la organización.

Con respecto a Miguel Hernández, su legado ha acabado marchando de tierras alicantinas. Inicialmente se intentó un proyecto cultural y turístico en Elche con más de 5.000 documentos que nunca atrajo a la entonces alcaldesa Mercedes Alonso, del Partido Popular. De esta manera acabó en Quesada (Jaén), lugar de nacimiento de Josefina Manresa, mujer del poeta. Desde 2015 este es un lugar de referencia para los ‘hernandianos’ gracias al Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa.