martes, 3 de enero de 2017

La Sirena seductora del mar de Ulises. Comentario al cuento "La Sirena" de Julio Calvet














La Sirena seductora del  mar de Ulises



      «El discreto amigo Julio Calvet», como dice el prologuista Fernando Claramunt, acaba de hacernos entrega del cuento largo La Sirena, ECU, 2016 de 75 páginas. Me preguntarán ustedes, desocupados lectores, ¿de sirenas en estos tiempos?  Sí de sirenas, pero no de unas  sirenas cualesquiera sino unas sirenas seductoras de los argonautas que regresaban a la míticas isla de Ítaca en el mar Jónico, ¿recuerdan La Odisea? las aventuras que sufrieron los guerreros a las órdenes de Odiseo o Ulises (en latín) al regreso a su patria después  de diez años guerreando en la mítica ciudad de Troya, con los reyes aqueos Agamenón, Melenao, Aquiles y otros héroes.
     La sirena, de Julio Calvet es un cuento que podíamos situarlo como retorno al neoclasicismo más depurado de los héroes de La Ilíada más la Odisea, ambas obras del gran ciego Homero, una docena de ciudades reclaman su paternidad, aunque otros autores dicen que no existió, que es un especie de marca que amparaba a varios rapsodas, porque La Ilíada es una obra épica para ser cantada en certámenes, que muy bien podría tener unos tres mil años.

     La obra de  Calvet nos cuenta las vidas paralelas de Odiseo y Alexandros, el primero rey de Ítaca y el segundo un itacense, pescador, guerrero y lanzador de jabalinas que le acompaña en la guerra de Troya. De regreso siempre protegidos por la diosa Atenea, desembarcan los hombres de Odiseo en varias isla donde es seducido por varias princesas como Calipso, Cirso o Caribdis que le van retrasando su regreso, en el que tardarán otros diez años. Por que como escribiera el divino Homero: «Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta». Odiseo es el nombre griego del rey de Ítaca, el astuto y el de arco de plata, quien se hace atar el palo mayor de la nave para oír los cantos de la sirenas seductoras.  En cambio, Alexandros no se ata al palo, pero será abducido por una sirena, a pesar de él amaba a la bella Eirene de Ítaca.  Cuya historia no puedo seguir contándoosla porque reventaría la historia que ha de descubrir el lector.  
    Ulises, como he comentado es el nombre latino de Odiseo, protagonista del libro La Odisea de Homero, cuyo argumento ya lo sabéis, y yo, no os lo voy a volver a contar. La guerra de Troya existió realmente ocurrió sobre el 1250 a. C., un asedio que duró diez años.  La rica ciudad Troya (también llamada Ilión) se situaba en Asia Menor a la entrada del estrecho de los Dardanelos. Fue un conflicto bélico entre los aqueos (griegos) y troyanos, seguramente por sus riquezas y por la causa que siempre provocan las guerras: el económico o riqueza de otros.
     Pero luego, como es propio de los vencedores de todas las guerras, se buscó una justificación legítima como el rapto de la bella Helena, mujer del rey Melenao de Esparta, por los héroes ateniense Teseo y Pirítoo. Aunque otras versiones cuentan que Helena se enamoró del bello Paris, hijo del rey de Troya llamado Príamo, porque fue un enamoramiento y no un rapto. Helena no fue devuelta  a su  marido Melenao. De haber sido un rapto donde mediara un rescate, se hubiera cobrado éste y devuelta a Melenao. Pero nada de ello se cuenta en La Ilíada.

     Necesitamos creer en la existencia de las sirenas como una forma de creer en la necesaria fantasía que nos alimentan los sueños, pero que sin duda alguna los sueños pertenecen a la vida, y es tan importante como el estado de vigilia y la realidad que nos sustente en este espacio-tiempo, deshumanizado y rotundo. Me ha sido muy grato y placentero leer este maravilloso cuento y  a la vez difícil de componer, menos mal, que como dice Julio Calvet se ha leído un par de veces o más: La Ilíada y la Odisea, de lo contrario no podría contarnos tan minuciosamente los personajes del cuento en relación a los héroes clásicos, porque Julio es indiscutiblemente un erudito.

   Nos podemos sustraernos la magia de una noche de verano o la obra de arte de la pintura, la música, de la literatura o de la naturaleza, por la conversión desde los mitos. El enloquecedor y seductor canto de las sirenas en la Odisea son también los cantos que Don Quijote escucha en la Cueva de Montesinos  en  las Lagunas de Ruidera, pues el alcalino Miguel Cervantes había leído a Homero, cuando lo cita en el capítulo XVI de la segunda parte:   «Todo el día se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada».

    No falta en la obra de Julio, el mítico caballo de Troya, construido por Epeo, que fue una idea del astuto Odiseo (por inspiración de la diosa Atenea partidaria de los griegos) para poder entrar por  una de las puertas de Troya. Lo del gran caballo de madera no está en La Ilíada, sino que aparece mencionado en La Odisea en el Capítulo VIII y XII, no es todo un mito literario, porque aparece por primera vez en un Vaso de Mikonos (Museo Arqueológico de Mikonos, Grecia), del siglo VII a. C. Se trata de una de las más antiguas representaciones del caballo de Troya. El caballo o la bestia de madera, también es citado por Virgilio en la epopeya latina La Eneida, que es la continuación de La Ilíada, del héroe troyano Eneas, que se lleva a su padre Anquises a hombros, pertenecía a la familia real troyana  descendiente de  los dárdanos. Aunque no venga a cuento en esta reseña, he de decir que el gran poeta latino Virgilio (Siglo I. a.C.) escribió La Eneida durante once años en doce libros, por encargo del emperador Augusto para vincular Troya con Roma y glorificar el Imperio Romano.  

   Tampoco falta en La Sirena  el rapto de la princesa Europa,  hija del rey fenicio  Agenor y la reina Telefasa de Tiro, raptada por el dios Zeus transfigurado en toro, princesa  que le da nombre al continente europeo.
    El léxico de Julio  es muy marinero donde no faltan bajeles, trirremes, cóncavas naves, y mar donde la luz riela en sus ojos (página 57), que ya dijere el gran Espronceda en la «Canción del Pirata» cuando dice «la luna en el mar riela», porque rielar es brillar los astros cobre el mar. Y he de decir que el  cuento La Sirena contiene grandes cargas de prosa poética como: «Y los límites con el mundo real son a veces difusos y de contornos indefinidos». (pág. 21). O también la frase: «Tenebroso y al tiempo enormemente hermoso, al estar poblado de una vegetación lujosamente inverosímil de unos seres extraordinarios…» (página. 28). O «Volcán de abundantes aires para aguantar su inmersión por las costas de su isla  y los acantilados repletos de flores» (pag. 39). O «Pechos para amar y pecho para amamantar quizás los hermosos corales». (pág. 57.  Y como última referencia destacaría un hallazgo poético como: «Pero  imagen de la sirena se reflejó en su memoria» (pág. 63). Este «reflejó» en lugar de recordar creo que es un sinónimo con futuro.

     A mí me gusta  La Sirena  porque me trae las lecturas del mundo clásico  de los griegos,  que Julio trata magistralmente, unido a buena carga de sentimientos humanos, pues el sentir de aquellos hombres y  mujeres eran idénticos a los nuestros, de aquí la pervivencia de las tragedias griegas.    Yo particularmente, no me canso de leer este cuento ni le eruditísimo prólogo de Fernando Claramunt donde no describe toda tipo de sirenas  de mar, de río, de fuentes o de pequeñas corrientes fluviales, parientes de la náyades, nereida y sílfides. Cuando uno regresa de un sueño siempre nos deja una señal de haber pasado por él.
    Una de las reglas fundamentales de la literatura es la de no aburrir, y puedo asegurar que Julio Calvet nunca nos aburre ni con este cuento ni con otros libros como fue el anterior  Miscelánea en el Otoño.



Relación de personajes homéricos relacionados en  “La Sirena”, anotados para facilitar su lectura:

Homero, autor de La Ilíada y La Odisea.

Helena, mujer del rey Melenao, secuestrada y lleva a Troya, y se inicia la guerra.

Odiseo (en griego) Ulises (en la latín), rey de Ítaca, el astuto, o el de arco de plata, héroe mitológico de la guerra de Troya, ideó el caballo de Troya, inspirado por la diosa Atenea (partidaria de los griegos) y construido por Epeo. Protagonista de La Odisea, tardó diez años en regresar a Ítaca donde los pretendientes acosaban a su esposa Penélope, y al hijo de ambos Telémaco. Es también uno de los personajes de La Sirena de Julio Calvet.

Alexandros, joven pecador nativo de la Isla de Ítaca que acompaña a Odiseo en le guerra de Troya y en el regreso como remero, además en lanzador de jabalinas.

Melenao, rey de Esparta micénica, esposo de Helena, hermano de Agamenón.

Príamo, rey de Troya o Ilión, aunque tuvo cerca de cincuenta hijos con varias esposa  entre ella Hécuba madre de Deifofo, Casandra, Paris. En la Ilíada aparecen  otros hijos como Ántifo, Heleno, Cebriones, Cromio, Doriclo, Dolón…

Agamenón, Rey de Argos en el Peloponeso y jefe de los argivos.

Penélope, la fiel esposa de Odiseo que lo esperó en Ítaca durante veinte años, madre de Telémaco.

Aquiles, el de los pies ligeros uno de los principales héroes de La Ilíada, como era hijo de Peleo, por ello se le conoce también como el “Pélida”, así aparece en el Canto I. Amigo de Patroclo que al ser muerto por Héctor, se venga y lo mata en las murallas de Troya, cuyo cadáver fue  arrastrado por carro de Aquiles, hasta que su padre Príamo pidió su compasión. Aquiles murió como consecuencia de una flecha envenenada por que el lanzó Paris, en famoso talón de Aquiles (Fecha dirigida por el dios Apolo partidario de los troyanos).

Agenor, rey de Fenicia, hijo de Poseidón y padre de Cadmo, Europa, Cílix y, según algunos, de Fénix.

Europa, princesa hija de Agenor, huyó con el dios Zeus transfigurado en un bello toro. Esta figura mítica da nombre al continente Europeo.

Cirse, diosa hechicera que vivió en la isla de Eea. Cuando Odiseo-Ulises llegó a la isla de Eea, mandó desembarcar a la mitad de la tripulación, y él se quedó en las naves con el resto. Circe invitó a los marinos a un banquete, hechizó la comida con una de sus pócimas y luego, cuando se hubieron atiborrado, empleó su vara mágica o cayado mágico para transformarlos en cerdos.

Calipso, princesa de la isla de Ogigia. Cuando Odiseo que se hallaba a la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla, Calipso lo hospedó en su cueva, y le agasajó con manjares, bebida y su propio lecho.


Ramón Fernández Palmeral
Escritor y poeta.

Alicante, 4 de enero de 2016