La
Sirena seductora del mar de Ulises
«El
discreto amigo Julio Calvet», como dice el prologuista Fernando Claramunt,
acaba de hacernos entrega del cuento largo La
Sirena, ECU, 2016 de 75 páginas. Me preguntarán ustedes, desocupados
lectores, ¿de sirenas en estos tiempos?
Sí de sirenas, pero no de unas sirenas cualesquiera sino unas sirenas
seductoras de los argonautas que regresaban a la míticas isla de Ítaca en el
mar Jónico, ¿recuerdan La Odisea? las
aventuras que sufrieron los guerreros a las órdenes de Odiseo o Ulises (en
latín) al regreso a su patria después de
diez años guerreando en la mítica ciudad de Troya, con los reyes aqueos Agamenón,
Melenao, Aquiles y otros héroes.
La
sirena, de Julio Calvet es un cuento que podíamos situarlo como retorno al
neoclasicismo más depurado de los héroes de La
Ilíada más la Odisea, ambas obras
del gran ciego Homero, una docena de ciudades reclaman su paternidad, aunque
otros autores dicen que no existió, que es un especie de marca que amparaba a
varios rapsodas, porque La Ilíada es
una obra épica para ser cantada en certámenes, que muy bien podría tener unos
tres mil años.
La obra de
Calvet nos cuenta las vidas paralelas de Odiseo y Alexandros, el primero
rey de Ítaca y el segundo un itacense, pescador, guerrero y lanzador de
jabalinas que le acompaña en la guerra de Troya. De regreso siempre protegidos
por la diosa Atenea, desembarcan los hombres de Odiseo en varias isla donde es seducido
por varias princesas como Calipso, Cirso o Caribdis que le van retrasando su
regreso, en el que tardarán otros diez años. Por que como escribiera el divino
Homero: «Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno
tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta». Odiseo es
el nombre griego del rey de Ítaca, el astuto y el de arco de plata, quien se
hace atar el palo mayor de la nave para oír los cantos de la sirenas
seductoras. En cambio, Alexandros no se
ata al palo, pero será abducido por una sirena, a pesar de él amaba a la bella
Eirene de Ítaca. Cuya historia no puedo
seguir contándoosla porque reventaría la historia que ha de descubrir el
lector.
Ulises, como he comentado es el nombre
latino de Odiseo, protagonista del libro La
Odisea de Homero, cuyo argumento ya lo sabéis, y yo, no os lo voy a volver
a contar.
La guerra de Troya existió realmente ocurrió sobre el 1250 a.
C., un asedio que duró diez años. La rica ciudad Troya (también llamada Ilión)
se situaba en Asia Menor a la entrada del estrecho de los Dardanelos. Fue
un conflicto bélico entre los aqueos (griegos) y troyanos, seguramente por sus
riquezas y por la causa que siempre provocan las guerras: el económico o
riqueza de otros.
Pero luego, como es propio de los
vencedores de todas las guerras, se buscó una justificación legítima como el
rapto de la bella Helena, mujer del rey Melenao de Esparta, por los héroes ateniense Teseo
y Pirítoo. Aunque otras versiones cuentan que Helena se enamoró del bello
Paris, hijo del rey de Troya llamado Príamo, porque fue un enamoramiento y no
un rapto. Helena no fue devuelta a
su marido Melenao. De haber sido un
rapto donde mediara un rescate, se hubiera cobrado éste y devuelta a Melenao.
Pero nada de ello se cuenta en La Ilíada.
Necesitamos creer en la
existencia de las sirenas como una forma de creer en la necesaria fantasía que
nos alimentan los sueños, pero que sin duda alguna los sueños pertenecen a la
vida, y es tan importante como el estado de vigilia y la realidad que nos
sustente en este espacio-tiempo, deshumanizado y rotundo. Me ha sido muy grato
y placentero leer este maravilloso cuento y
a la vez difícil de componer, menos mal, que como dice Julio Calvet se
ha leído un par de veces o más: La Ilíada
y la Odisea, de lo contrario no podría contarnos tan minuciosamente los
personajes del cuento en relación a los héroes clásicos, porque Julio es
indiscutiblemente un erudito.
Nos
podemos sustraernos la magia de una noche de verano o la obra de arte de la
pintura, la música, de la literatura o de la naturaleza, por la conversión
desde los mitos. El enloquecedor y seductor canto de las sirenas en la Odisea
son también los cantos que Don Quijote
escucha en la Cueva de Montesinos en las Lagunas de Ruidera, pues el alcalino
Miguel Cervantes había leído a Homero, cuando lo cita en el capítulo XVI de la
segunda parte: «Todo
el día se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada».
No falta en la obra de Julio, el mítico caballo de Troya, construido por
Epeo, que fue una idea del astuto Odiseo (por inspiración de la diosa Atenea
partidaria de los griegos) para poder entrar por una de las puertas de Troya. Lo del gran
caballo de madera no está en La Ilíada,
sino que aparece mencionado en La Odisea
en el Capítulo VIII y XII, no es todo un mito literario, porque aparece por
primera vez en un Vaso de Mikonos (Museo Arqueológico de Mikonos,
Grecia), del siglo VII a. C. Se trata de una de las más antiguas
representaciones del caballo de Troya. El caballo o la bestia de madera, también
es citado por Virgilio en la epopeya latina
La Eneida, que es la continuación de La
Ilíada, del héroe troyano Eneas, que se lleva a su padre Anquises a hombros,
pertenecía a la familia real troyana
descendiente de los dárdanos.
Aunque no venga a cuento en esta reseña, he de decir que el gran poeta latino Virgilio
(Siglo I. a.C.) escribió La Eneida
durante once años en doce libros, por encargo del emperador Augusto para
vincular Troya con Roma y glorificar el Imperio Romano.
Tampoco
falta en La Sirena el rapto de la princesa Europa, hija del rey fenicio Agenor y la reina Telefasa de Tiro, raptada
por el dios Zeus transfigurado en toro, princesa que le da nombre al continente europeo.
El léxico de Julio es muy marinero donde no faltan bajeles, trirremes,
cóncavas naves, y mar donde la luz riela en sus ojos (página 57), que ya dijere
el gran Espronceda en la «Canción del Pirata» cuando dice «la luna en el mar
riela», porque rielar es brillar los astros cobre el mar. Y he de decir que el cuento La
Sirena contiene grandes cargas de prosa poética como: «Y los límites con el
mundo real son a veces difusos y de contornos indefinidos». (pág. 21). O
también la frase: «Tenebroso y al tiempo enormemente hermoso, al estar poblado
de una vegetación lujosamente inverosímil de unos seres extraordinarios…»
(página. 28). O «Volcán de abundantes aires para aguantar su inmersión por las
costas de su isla y los acantilados repletos
de flores» (pag. 39). O «Pechos para amar y pecho para amamantar quizás los
hermosos corales». (pág. 57. Y como
última referencia destacaría un hallazgo poético como: «Pero imagen de la sirena se reflejó en su memoria»
(pág. 63). Este «reflejó» en lugar de recordar creo que es un sinónimo con
futuro.
A mí me gusta La Sirena
porque me trae las lecturas del mundo
clásico de los griegos, que Julio trata magistralmente, unido a buena
carga de sentimientos humanos, pues el sentir de aquellos hombres y mujeres eran idénticos a los nuestros, de
aquí la pervivencia de las tragedias griegas. Yo
particularmente, no me canso de leer este cuento ni le eruditísimo prólogo de
Fernando Claramunt donde no describe toda tipo de sirenas de mar, de río, de fuentes o de pequeñas
corrientes fluviales, parientes de la náyades, nereida y sílfides. Cuando uno
regresa de un sueño siempre nos deja una señal de haber pasado por él.
Una de las reglas fundamentales de la
literatura es la de no aburrir, y puedo asegurar que Julio Calvet nunca nos
aburre ni con este cuento ni con otros libros como fue el anterior Miscelánea
en el Otoño.
Relación
de personajes homéricos relacionados en
“La Sirena”, anotados para facilitar su lectura:
Homero,
autor de La Ilíada y La Odisea.
Helena,
mujer del rey Melenao, secuestrada y lleva a Troya, y se inicia la guerra.
Odiseo (en griego) Ulises (en la
latín), rey de Ítaca, el astuto, o el de arco de
plata, héroe mitológico de la guerra de Troya, ideó el caballo de Troya,
inspirado por la diosa Atenea (partidaria de los griegos) y construido por
Epeo. Protagonista de La Odisea,
tardó diez años en regresar a Ítaca donde los pretendientes acosaban a su
esposa Penélope, y al hijo de ambos Telémaco. Es también uno de los personajes
de La Sirena de Julio Calvet.
Alexandros,
joven pecador nativo de la Isla de Ítaca que acompaña a Odiseo en le guerra de
Troya y en el regreso como remero, además en lanzador de jabalinas.
Melenao,
rey de Esparta micénica, esposo de Helena, hermano de Agamenón.
Príamo,
rey de Troya o Ilión, aunque tuvo cerca de cincuenta hijos con varias
esposa entre ella Hécuba madre de
Deifofo, Casandra, Paris. En la Ilíada aparecen
otros hijos como Ántifo, Heleno, Cebriones, Cromio, Doriclo, Dolón…
Agamenón,
Rey de Argos en el Peloponeso y jefe de los argivos.
Penélope,
la fiel esposa de Odiseo que lo esperó en Ítaca durante veinte años, madre de
Telémaco.
Aquiles,
el de los pies ligeros uno de los principales héroes de La Ilíada, como era hijo de Peleo, por ello se le conoce también
como el “Pélida”, así aparece en el Canto I. Amigo de Patroclo que al ser
muerto por Héctor, se venga y lo mata en las murallas de Troya, cuyo cadáver
fue arrastrado por carro de Aquiles,
hasta que su padre Príamo pidió su compasión. Aquiles murió como consecuencia
de una flecha envenenada por que el lanzó Paris, en famoso talón de Aquiles
(Fecha dirigida por el dios Apolo partidario de los troyanos).
Agenor, rey de Fenicia,
hijo de Poseidón y padre de Cadmo, Europa, Cílix y,
según algunos, de Fénix.
Europa,
princesa hija de Agenor, huyó con el dios Zeus transfigurado en un bello toro. Esta
figura mítica da nombre al continente Europeo.
Cirse, diosa
hechicera que vivió en la isla de Eea. Cuando Odiseo-Ulises llegó a la
isla de Eea, mandó desembarcar a la mitad de la tripulación, y él se quedó en
las naves con el resto. Circe invitó a los marinos a un banquete, hechizó la comida
con una de sus pócimas y luego, cuando se hubieron atiborrado, empleó su vara
mágica o cayado mágico para transformarlos en cerdos.
Calipso, princesa de la
isla de Ogigia. Cuando Odiseo que se hallaba a la deriva tras naufragar su
barco, llegó a esta isla, Calipso lo hospedó en su cueva, y le agasajó con
manjares, bebida y su propio lecho.
Ramón Fernández Palmeral
Escritor y poeta.
Alicante, 4 de enero de 2016